lunes, 5 de enero de 2009

tejidos empacados

Allí entre la carne descompuesta y brillante estaba el chico, sobrevolando el ácido olor que se acerca como un flechazo insonoro, plena inconciencia, siendo su propio gallinazo picoteándose, delirando con sus mocos y su picazón, nadie comprendía el por que de eso que cada vez mas tomaba esa forma grotesca de alienígena en su abdomen, brazos, dorso, las lomas de basura de sus costillas cortantes, lo ventanales del cráneo por donde las indiferentes cabezas atornilladas se drogaban pagando sus pasajes a la tripa, yendo a sus tabernas al revez, citándose para almorzar en el cementerio, tropezando con la caca de los terodáctilos recortados del vodevil, anónimos intrusos vegetativos sirviéndose vasos de mercurio se acercaban con el brillo dental de quien viene tras algo, quizás comprar una enfermedad en rebaja.

Así es, la gente compra y paga por sus enfermedades, no hacen sino.. ay estas almorranas me van a carcomer los miserables huesos y la madre dice – no busques que se te astille el hígado buscando un pedicura debajo de esa maquina de sangrar piedras- la manicurista de los deseos, con su carpa templada junto al río y el reflejo verde podrido de las aguas en la bola de cristal, subastas de drenajes linfáticos, se acerca uno de los nuevos, en efecto un incauto, un alienígena halógeno pasa a la sala de espera, la cual es una de las mas extrañas salas de espera de todos astros, termómetros estallan dentro del culo de todas las hectáreas perros muertos en el pelo de señoritas calvas, decentes y cumplidoras del acribillar deber de los matasanos híbridos del parasicólogo, cantares de búho diseccionado con lagartijas y transplantes automáticos de colas de alambre cortadas, que hacen que adquieras cualidades regenerativas, un mundo completo en una carpita móvil, ligera y el color en monocromo, cubierto de afiches de caracoles dentro de infantes totuma diásporas bombas de plexos bizcos y venas mochas que fueron regenerándose en el excremento de los votantes, elecciones amargas en el zoológico nos dejaron solo perdidas, desfalcos, y corrupción inédita, afín queda electa una especie de coagulo de conejo salvaje con patas caballo y belfos alargados de gigante.

Sin una muestra de pensamiento adherido sobre el agua, el tiempo pausado bajó las manecillas rondando por la marea de la isla roja, el espacio corría como una película granulosa dentellando fotograma por fotograma, lento, lento, mas lento que lo flemático de la bahía saliendo de las cortaduras en las manos en forma de ondas adormecedoras, como un mal viaje de esporas combinado con pipas, una noche en un telegrama bajo la sal de los neumáticos del desespero, rastro prismático en los ojos de una vaca a 3000 km, no me produce nada leer esto así que lo que parecía una isla empezó a tornarse cada vez mas claustro, compacto, subterráneo, sucio y arenoso, una eclosión dibuja una icono de barro en las paredes aéreas de los tejidos empacados.